Dios convierte en cenizas
al que lo mira, habla con palabras
glaciares, mueve montañas inexplicablemente
e inunda ciudades
que lo han perdido todo, que perderán aún más.
Dios todo lo puede, como Superman.
Una paloma y un hippie le hablan al oído, una anomalía
que sus fans han llamado dogma de fe.
En su delirio, se disfraza del pordiosero que arrastra
tesoros dentro de un carrito de supermercado, de la niña
que nos ofrece fruta en la terraza del café,
del hombre que trabajaba de cocinero en un restaurante
y ahora cuida a su anciana mamá, pero al que últimamente
no se le ha visto por el rumbo.