estar quieto es como subir a un sueño velado, troquelado,
un teorema esto de calzarse el día como un tenis
con la suela despegada. Animoso, miras hacia atrás
los altibajos de un andar de serpiente que se cuida
las espaldas y descuida los objetos frente a ella, bajo
su piel curtida en múltiples reinvenciones inconscientes
(animal de estaciones). Ha de ser que el futuro se halla
a golpe de tiro, si tan solo tuvieras manos,
pero estás condicionado, Nemoroso, a servir muy poco
en la vida y a servirte de cuanto transformas en cobre
como un rey Midas desvencijado, sin medida de lo que
conviene
olvidar como migajas de un festín carnívoro
en la azotea con los amigos que te han tomado por una nube
de mariguana a la altura de circunstancias inverosímiles.