jueves, diciembre 25

Algo sutil

Mi padre tose en la habitación vecina.
Se escucha el teclado de su computadora,
la interfaz entre los objetos del mundo
y nuestras vidas ineludibles.
La sílaba adquiere en la página brillante
otra materialidad, y el ritmo
sobre las teclas de plástico –no
en las de hierro como aprendí,
integra un ruido suave, un caos sutil
mientras cada uno escribe,
aprende a abandonarse.

miércoles, diciembre 24

sábado, diciembre 13

La visita

En el patio, no alcanzamos a ver un colibrí.
Al asomarse a la ventana mis sobrinas,
ninguna lo detectó. Fue mi padre quien lo dijo.
El colibrí emitió un chirrido que no escuchamos.
Divagó en el limonero,
hizo su aparición invisible
y se fue como llegó.
Las niñas jugaban con su colección de ponys,
mis padres miraban una serie de Kublai Khan,
yo las invitaba a subir a la azotea a contemplar
el cielo espeso, sentados en el piso rojo.

domingo, diciembre 7

Poema aspiracional

Quisiera escribir sobre felicidad.
Una felicidad adolescente, franca, de dientes blancos,
una felicidad sin grietas, ni saudades,
una felicidad de flor, de nube, desfachatada.
Pero sé que este será un mal poema, no saldrá
de lo oscuro, no aprenderá a morir enfermo.
De todas maneras me gustaría la efervescencia
de una felicidad ilimitada, habitual, cercana,
en las inmediaciones de mi habitación, la cocina,
mi cama, en el pasillo que atestigua tantos barruntos
de esquizofrenia. Felicidad hasta que revienten las paredes
del esófago, hasta que no sea más posible envenenarse
con el sol que sale todos los días
como si nunca nada malo pasara.

viernes, diciembre 5

Reconocimiento

Había esperado este momento de hacer sonar
la alarma, un salpullido en el esófago,
algo como agitar los órganos internos,
dejarse llevar hasta que el invierno se hace cargo
de los pensamientos que van emergiendo
de entre neuronas negligentes.
La habitación enmarca su propia oscuridad,
una oscuridad filtrada por la lucecita roja
que indica un regulador encendido.
Pero qué se puede regular, el tópico común
de la energía usada para fines pacíficos o enervantes
y la seguridad de que la electricidad no alcanza a perforar
los instantes moribundos frente a un televisor
que antes había servido de espejo sucio.

sábado, noviembre 22

Autorreferencial

Extravió el síndrome
de la felicidad
cuando no era consciente
ni sabía nada del mundo:
antes de destruirlo.

miércoles, noviembre 19

Una libertad

Este que imagino, me imagina cayendo de un edificio sólo por el gusto de verme suspendido durante unos segundos y tocar la plancha del concreto con mis narices. ¿Qué puedo agregar a lo que he llamado mi yo lírico y es más bien una personalidad fallida? Unos datos básicos de identificación, mi tarjeta de crédito o esa deuda que aumenta con el tiempo, una licencia caduca para rodar de un lado a otro. Y allí, rezagada al fondo de mi garganta, la esperada claridad.

sábado, noviembre 8

Qué ha sido de todo



Es como si dijera a un par de cormoranes:
este no es mi mundo. Y en lo que termina por ser,
las bancas se quedan vacías, los esteros rechinan
con olas de eterno kilometraje.
Son instantes que no sirven ni para el recuerdo,
florituras de un embarque de cajas vacías,
un entramado de confabulaciones
sin fábula.
El amigo se ha ido y es posible que la posibilidad
haya sido derrotada. Yo le dije
pero preferí callar y arrojar el ancla
a un lenguaje sin fondo.
Son estas venas en la madera, testimonios
de los almacenes a la orilla del puerto
que viaja sin detenerse hacia sí mismo,
cada vez más despostillado. Enfrente, las grúas
parecen mendigar la luz del sol boicoteada
por nubes que no pueden callarlo.