lunes, junio 29

No estoy de acuerdo

No estoy de acuerdo con cómo ocurren
las cosas en mi país: cómo el primo,
la amiga querida, el joven de al lado,
el niño que distraído seguía una abeja
no regresan nunca más a su casa
cuando los esperan para la cena,
el Xbox, el juego de mesa, la serie.
No estoy de acuerdo con pagar
hasta por el sol que respiramos.
No estoy de acuerdo con esta época
ni sus fronteras, ni su presbicia.
(Los vecinos algo perdieron, algo están
por perder, algo presienten...)
No estoy de acuerdo con la palabrería
ni con esta soledad salvaje, de pez Beta
en su habitación líquida, no, no estoy
de acuerdo con estar aquí, en la azotea,
de pie frente a tanto silencio disimulado.

jueves, junio 25

Malos cálculos

Maldito dolor de estómago,
no me abandona a mi suerte.
Tiene que aparecer
en el momento que decido cerrar los ojos,
luego de ver series de superhéroes y de místicos
que ponen los ojos en blanco
para hacer visible su magia.
La bebida de naranja agria no surte efecto,
quizá debido al resplandor
de la luna llena sobre las hierbas mojadas.
Vaya dolor que ni se apropia del todo ni se retira
como el que ha fracasado intento tras intento
en medio de este trajín de ciudad en bancarrota.

lunes, junio 15

Gusano barrenador

Una rama seca en un árbol de aguacate
sin motivo aparente puede ser la evidencia
más plausible de un ataque de gusano barrenador.
Se conoce por devorar ganado, pero una especie
en particular guarda preferencia por la madera tierna.
Los aguacates son vulnerables
en el otoño y el invierno
si la tierra donde se asientan
no ha sido debidamente abonada.
Las desgracias, por regla general, ya no botánica,
sino humana, hallan su razón de ser
en los más débiles. Álamos, sauces, olmos y cítricos
son otras especies atacadas por este insecto
que suele transmitir su herencia
al depositar huevecillos en los agujeros
que escarba en la madera. De hecho, esta práctica
le ha ganado merecidamente el adjetivo.
En casa perdimos algunos mandarinos,
naranjos y uno de los dos aguacates
que nos daban sombra en el huerto.
El remedio recomendado es bañar
las hojas y tallos de los sobrevivientes
—una vez curadas las raíces—
con jabón potásico y extracto de aceite de neem,
así como con un fungicida llamado cola de caballo.