jueves, diciembre 19

Al otro lado del Rubicón

Había que eludir la glotonería de las espadas,
los escudos entusiastas
del fétido olor a coágulo.

Pero César era
sal de conquista.

¿Acaso Pompeyo
no sabía apreciar el resplandor
de la grandeza?

Sin duda le guardaba estima,
de ahí que quisiera doblegarla.

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