todos sepan mi nombre verdadero,
perdido en mi propio ruido, en los
de la ciudad, un silencio vergonzoso
en este cubo donde transcurre el sueño
y los pensamientos hallan apenas hilación.
Los labios resecos y desencantados, la espina dorsal
encajada en el mundo como una flecha puntiaguda
con el blanco errado.
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