benévolo, la lustrosa sonrisa pegada a su cara
dirige las miradas hacia su silueta deslumbrante.
La escalera parece estar hecha de mullidos cojines
donde se asientan sus delicados pies, determinados
a cumplir la misión en esta sala de juntas donde
le acercan una silla, le dan galletas bajas en calorías,
le sirven refresco de cola, callan si alguien más llamó
su atención en este barullo de palabras que no dicen
lo que pretenden decir. Cada quien cree llevar agua
a su molino, cada quien tiene una orden por firmar,
un resultado por presumir mostrando los dientes
aquiescentes. Lo que él promete se cumple, es algo
como la voz cantante en un concierto de ópera bufa
hasta que irrumpe un tiple agudo que a todos cuadra:
es de su jefe, pues todo jefe tiene otro jefe
le acercan una silla, le dan galletas bajas en calorías,
le sirven refresco de cola, callan si alguien más llamó
su atención en este barullo de palabras que no dicen
lo que pretenden decir. Cada quien cree llevar agua
a su molino, cada quien tiene una orden por firmar,
un resultado por presumir mostrando los dientes
aquiescentes. Lo que él promete se cumple, es algo
como la voz cantante en un concierto de ópera bufa
hasta que irrumpe un tiple agudo que a todos cuadra:
es de su jefe, pues todo jefe tiene otro jefe
y el que no piensa nunca se equivoca.