miércoles, septiembre 27

Vacío y dedo anular

Este nervio de mi dedo, esta punta de mi dedo ya no existe, o a medias, o está en coma porque no la siento, no cohabita con los otros dedos, ni se suma al equipo. Necesito un dedo para completar y jugar el partido, que a nada asciende entre mesas blancas como lápidas de cementerio en un campo militar, una película de domingo. Estoy mutilado sin mi dedo, su pequeño borde que no sabía importaba tanto y tanto en el día de hoy que fue el de ayer y será el de mañana. Romperé mi cráneo contra el humo de la conversación anterior donde el aire me anulaba, pero el humo llena de sentido lo que no alcanzo a sentir con la punta de mi dedo. El humo es otra noción del ruido que cimbra mis tímpanos, música para desplazar estos pensamientos que son vacío y vacían el cerebro y la piel sin altibajos ni sombreros. Estoy al borde de otro vacío y no importa.

M 27 09 17

*

domingo, septiembre 3

Ritmo

No es un silencio habitual, sino una corriente
de ruido blando, una mancha de ruido que todo
lo va conquistando: la puerta abierta, las ventanas
embarradas de sol, los cables al descubierto en la
recámara de las elucidaciones empalmadas.
No hay camino en una cama desatendida, no hay
soliloquios ni soledad ni apariencias, solo un cuerpo
emparedado, enfrascado en una serie de naderías,
sucesiones de la conciencia, mientras los objetos
desean su ritmo propio.