Este nervio de mi dedo, esta punta de mi
dedo ya no existe, o a medias, o está en coma
porque no la siento, no cohabita con los otros dedos, ni se
suma al equipo. Necesito un dedo para completar y
jugar el partido, que a nada asciende entre mesas
blancas como lápidas de cementerio en un campo
militar, una película de domingo. Estoy mutilado sin
mi dedo, su pequeño borde que no sabía importaba tanto
y tanto en el día de hoy que fue el de ayer y
será el de mañana. Romperé mi cráneo contra el humo de la conversación anterior donde el aire me
anulaba, pero el humo llena de sentido lo que no alcanzo a
sentir con la punta de mi dedo. El humo es otra noción
del ruido que cimbra mis tímpanos, música para desplazar estos pensamientos que son vacío y vacían el
cerebro y la piel sin altibajos ni sombreros. Estoy al
borde de otro vacío y no importa.
M 27 09 17
*