Me
había propuesto no volver a escribir un poema hasta
que transformara mi visión de las cosas. Estaba
harto de repeticiones: malos consejos, dramas que
me imposibilitaban nuevas temáticas. Más
todavía porque en algún momento me decidí a
tomar elementos objetivos de la vida diaria. Mala
decisión. Abandoné la metáfora: por un periodo estuvo
bien. Pero no me satisface restringirme, no
me satisface casi nada en la vida, mucho menos la
perspectiva optimista que intenté encontrar en
alguna recóndita esquina de mi pésima conciencia. Escribir
un poema no es colocar palabras a mi antojo --¿o sí? Algo
de mí se expresa para poder acomodar objetos empolvados
en un sitio diferente al que estaban: no el
correcto, no en orden jerárquico, no el que otros esperan. He
llegado a una edad mental en que no estoy dispuesto a
ceder ante el espejo. No: ni aunque la verdad grite que
todo está bien, que la vida no tiene fin.
N 09 12 16
N 09 12 16
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