“El
mar está inmerso en la contemplación de las estrellas”
podría
ser una buena frase para comenzar
un
poema usando este smartphone
que
para escribirlo completa las palabras.
Lo
cierto es que era yo quien contemplaba las estrellas
frente
al mar, hasta
que la niebla borroneó algunas que,
intermitentes,
todavía querían seguir brillando.
Pero
también es mentira: soy yo quien quería que brillaran,
como
tantas cosas del pasado que ya no existen
sino
enfermas. Y el mar solo se asemeja a mí
porque
padece tinnitus, ese zumbido ronco
del
que no puede nunca librarse
en
su ir y venir tan lejos de las estrellas.
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