sábado, agosto 27

Budismo y deseo

No alcanzo a comprender esto de no querer lo que se quiere.

M 27 08 16

*

Fiesta

La mueca de tu sonrisa no alcanza
a formularse en la alegre tarde
que salta y salpica sangre.

Interferencia

Una multitud grita el día en mis oídos.
Extraño el sentido del humor.
La risa, la franqueza iluminada.
No la transparencia, sino este ligero resplandor
al que no puedo mirar sin tener al instante
que bajar la vista.

viernes, agosto 26

Emergencia

Si una hoja como la de la bugambilia
que ahora mismo
está fijada en mi mente
cayera, el caos contenido
se desbordaría a niveles inimaginables.
Es como si un hilo de araña sostuviera
esta conurbación entera.
Pienso en una salida, solo espero la señal
que me permita estar a salvo
de la transparencia.


Un instante antes


Ya no estoy para dejarme caer entre tornillos que alguien tiró en el piso antes de irse nadando por la calle sonrojada. Vengo de mirar aparadores en un supermercado con vidrios de aire, productos que solo podían ser percibidos por el olfato. Me descubro enérgico y grisáceo todavía, como un diente que acaba de ser reparado de la caries con una bochornosa capa de material que pretende parecerse a mí mismo. Cómo se rompen burbujas en el pecho y causan este ruido de avión que avanza rompiendo las nubes, cuchillo desafinado. Recuerdo entonces: me vi envuelto de metáforas y me deshice de ellas como de huesos desperdiciados. Una puerta se abre, rechina, voces de una película llenan el vacío que los grillos no alcanzaron a distorsionar cantándome al oído noche y día, horas y horas estiradas hasta volverse transparentes, aparentes. Dejo que mi lengua acaricie sin amargura las palabras, que huya hacia el punto y aparte, que emita sus señales justo antes de dejarme vencer por las pesadillas.

Mirar es fácil


Perros ladran a una hostia colgada de un cielo desteñido, plagado de relámpagos que no terminan por alumbrar la noche esbelta. El ruido de la oscuridad me hace bostezar y salto de página, con todo y una pátina de óxido que se embarra en las yemas de mis dedos. Lo lamo, pensando que puede ser venenoso y tan solo hago un gesto de hastío antes de levantarme y clavarme como una tachuela en las acolchadas neuronas de mi cerebro. Ladridos; un avión despegó para encontrarse solo en este momento, detenido en medio del marco de la puerta. No quiero decir que balbuceo y, lo hago: me doy de topes contra una pared imaginaria, me tapo los oídos para intentar descifrar las redes tendidas por la noche, pero esos motores de propulsión me sacan del ensimismamiento, me sitúan frente a la página electrónica. Abro la boca aspirando el silencio  rezagado en los  rincones de un cuarto que apenas comienza a mirarse a sí mismo luego de un largo ahogamiento.

miércoles, agosto 17

Abejas

Los bomberos les echaron agua con jabón.
La espuma las atontaba, las arracimaba
entre las piedras del patio, obra además
de la escoba con que eran barridas
como volutas de madera que ya no sirven
al diseño original. Sus zumbidos
quedaron apagados tras del vidrio,
las sobrevivientes revoloteaban sin rumbo
alrededor de su reina.
Momentos antes, habíamos subido a la azotea
a mirar cómo el panal refulgía en lo alto de un árbol
de nombre desconocido, hermoso y letal
entre la transparencia de las alas.
La belleza es así:
nos impele a destruirla.

viernes, agosto 12

Publicidad y esperanza


La esperanza es la felicidad del futuro en el presente, leí no sé dónde, tal vez en una galleta de la suerte. Rumiaba esto al bajarme del 371, caminando aprisa para firmar mi entrada en la agencia de publicidad. Me pregunto si las felices frases acuñadas durante meses y semanas de reescritura podrían, reunidas, decirme de una vez por todas quién ya nunca llegaré a ser.

M 12 08 16

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