martes, abril 5

Esperando en la parada del 39A

Una pick-up blanca se detiene a mis espaldas.
Sin pensarlo, volteo ingenuamente
hacia el copiloto que empuña, medio escondido,
un cuerno de chivo. O al menos eso creo que es
esa imponente arma negra y con mira, reluciente.
Los vidrios polarizados intentan ocultar
algunas personas inquietas en la cabina trasera.
Al sentir que una de ellas me regresa la mirada,
lento bajo los ojos como distraído hacia el piso
y sigo esperando la ruta que me lleve a casa.


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