jueves, noviembre 5

Una tórtola de plumas grises

El domingo pasado, en la casa vacía,
escuché pequeños ruidos provenientes del pasillo.
Resultó ser una tortolita de plumas grises
que había entrado por la cocina y hacía lo imposible
para atravesar el vidrio empañado del comedor.
Cuando la encontré, tiritaba, escondida
en uno de los pliegues de la cortina beige.
Al inicio no me atrevía a atraparla:
el miedo de tocar algo tan vulnerable
me hacía desistir, hasta que la dejé
inmóvil entre las hebras de plástico de una escoba,
la tomé con mi mano izquierda y,
sintiendo su pequeño cuerpo latir en mi puño,
salí al jardín y la arrojé: voló huyendo
para volver seguramente a estrellarse
contra otra ventana.

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