No está bien desperdigar los últimos
segundos
de oficina, Sísifo, sin tener un ancla
en el otro mundo que te espera al salir entre
autobuses
donde tiembla tu reflejo
mientras que otras imágenes ya no
volverán
porque te robaron: ahora andas de una
ruta a otra,
de una banqueta rota por raíces
a un cielo que te envuelve con su oscuro enigma
que nada más él entiende.