sábado, septiembre 12

La tatarabuela

Petra Nuño mira sin mirar:
su duro rostro pétreo,
como perdido en un punto ciego,
asoma de un retrato ovalado
reliquia de otro tiempo.
Sus rasgos están demarcados
como si fueran surcos.
Dicen, y lo que dicen
algo de verdad encierra,
que su alma se aparece
en Santa Rosa:
allí perdió sus tierras
a causa del hermano
que le mató al marido.
Cuentan los que la han visto
que señala el descampado,
pero nadie
se ha atrevido a seguirla.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario