En el patio, no alcanzamos a ver un colibrí.
Al asomarse a la ventana mis sobrinas,
ninguna lo detectó. Fue mi padre quien lo dijo.
El colibrí emitió un chirrido que no escuchamos.
El colibrí emitió un chirrido que no escuchamos.
Divagó en el limonero,
hizo su aparición invisible
y se fue como llegó.
Las niñas jugaban con su colección de ponys,
mis padres miraban una serie de Kublai Khan,
yo las invitaba a subir a la azotea a contemplar
el cielo espeso, sentados en el piso rojo.
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