Este que
imagino, me imagina cayendo de un edificio sólo por el gusto de verme suspendido durante unos segundos y tocar la
plancha del concreto con mis narices. ¿Qué puedo agregar a lo que he llamado mi yo lírico y es más bien una personalidad fallida? Unos datos básicos de identificación, mi
tarjeta de crédito o esa deuda que aumenta con el tiempo, una licencia caduca para rodar de un lado a otro. Y allí, rezagada al fondo de mi garganta, la esperada claridad.
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