David, ese cazafortunas, derribarreyes
estaba una mano más grande, invisible
pero no por ello perdía peso atómico
y en el campo no fue aquel ungido el que tiró la piedra,
sino el Señor, el Señor que es un Goliat más inmenso y
terrible
que se oculta tras los débiles
aunque de corazón fuerte (y cómo no,
en aquellas circunstancias).
Si Goliat hubiera podido ver a su enemigo invisible
él mismo se habría dejado llamar David.
Mas admirable fue Goliat,
que sin saberlo enfrentó a Dios
y perdió.