El viento fresco abate con fuerza
la ventana entreabierta,
donde una mancha gris de pintura
parece un rostro sobrepuesto al bonsái
que resiste en el patio, entre la yerbabuena
y las malvas que han estado
desde que mi memoria existe.
En este justo –o no justo
instante, los relámpagos buscan
quebrantar la oscuridad.
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