sábado, junio 29

Virtudes de la apología

Una tras otra bofetada
nos irá haciendo comprender
las razones teologales de este asunto
de estar contentos con nuestra pobreza.

Voy derecho y no me quito

De acuerdo al diario póstumo del Gran Dictador
los apóstatas son una especie en peligro
de extinción, nadie los ha visto y quien los ha visto
calla porque de hablar sería uno de ellos.
Miremos cómo avanza este ferrocarril
sin frenos desde lo alto de la pendiente.

Un día más

En la frontera con Ciudad Juárez, la Border Patrol
da lecciones de violación con macana
a indocumentados
sin derecho a un cielo imbécil.

Distancia

Es todo, digan tal vez las runas
en un excéntrico desdecirse. Azorado,
contemplo un atardecer de hielo, azul
como un cielo en reserva para los entendidos,
bastante desdeñable. Figúrate, en la espina dorsal
de esta calle tranquila de árboles muertos
anidan los buenos vecinos,
los que te dan palmaditas al paso,
invitan a posadas en el barrio y besan sotanas
con especial énfasis en la mugre
que roza el suelo. Sueldas un amanecer a otro,
un circuito menor de enseres, cosas por hacer
arribismos por completar en tu agenda perdida
por un taxi desorientado. Tus molares
agradecen no ser olvidados, sumergidos en las encías
como una idea mal acostumbrada a pasar inadvertida.
En el fondo del fondo del fondo, nada hay,
ni siquiera en la superficie, o solo bacterias
con problemas de autoestima
que terminarán por transformar los recuerdos
de un sur erosionado.

miércoles, junio 5

Dejémoslo allí

Sería cosa de ir adentro, mar, cielo rojo,
lo que haya en un abismo infinitesimal
o pequeño como una uña
recién cortada. Quién eres, Vitrubio,
en los altos firmamentos firmeza falta,
aves rapaces en cubierta sobran,
cierta maquinaria
engrasada los días de prisión.


A WB

Si acierto siquiera a recordar un nombre
en mi lengua de seda raída, tanto trabajo
para el fondo
de una cuenta apagada,
resistente a los maltratos.
Y mira que descalzo bien apuntas
a los tobillos, arrancas cabelleras
y tu mano luce un tanto más
carmesí, entre símbolos volver
a empezar en eterno fulgor.

Pasmado

A poco no lo habías pensado, Diletante: el fuego
tensiona los azules en un ciclo
de andar estrafalario, es por esta malaria
desperdigada por el camino y tu suerte de
apendicitis. Mírate. Estás sangrando
y lloriqueas, o finges hacerlo, por lo que nunca perdiste
y apenas te alcanza para devolver a las hierbas un poco
de su rocío matutino, porque hasta eso
cumples un horario de broca, de duro
perfil, como si tu cheque
hubiera rebotado más veces de las necesarias
para hacerte comprender
que no tienes ningún respaldo.