viernes, abril 26

Generación espontánea



No importa, Sísifo, si las gladiolas o esas flores
apostadas en tu centro de mesa como culebras disecadas
se dan de topes,
has estado aquí antes, en esta débil telaraña,
esta carnicería que nada tiene que ver con el turquesa
con el que lavas los platos,
tu lengua azorada como un libro de rancio sabor
leído en un día clorado. No eres tú
el que se columpia en una sombra,
tampoco el que filma un trapo en una esquina de la habitación
-acaso surjan billetes paquistaníes por generación espontánea,
tus membranas auditivas han perdido cierta capacidad de respuesta
ante emergencias volátiles.

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