Una nota roja estremece cuentos felices.
Este sería un vals
si al menos alguien lo escuchara.
domingo, diciembre 29
lunes, diciembre 23
“Negro” (Pearl Jam)
Sábanas
de lienzo vacías, intactas sábanas de barro
Sus
piernas extendidas frente a mí, como alguna vez su cuerpo
Cinco
horizontes dan vueltas alrededor de su alma
Como la
tierra alrededor del sol
Ya el
aire que probé y respiré ha terminado un ciclo
Ah, y
todo le mostré, todo
Ah, sé
que ella me dio todo lo que tenía
Y ahora
mis manos ásperas revuelven las nubes
¿De qué
trataba todo?
Ah, las
fotos sumergidas en negro, todas tatuadas…
Salgo a dar un paseo
Estoy
rodeado de niños jugando
Si puedo
sentir su felicidad, ¿por qué me marchito?
Ah, y
perversos pensamientos dan vueltas en mi cabeza
Estoy
girando, ah, estoy girando
Qué
pronto puede caer el sol a lo lejos
Y ahora
mis manos ásperas sostienen cristales rotos
¿De qué
trataba todo?
Las fotos
sumergidas en negro, todas tatuadas…
Todo el
amor mal dado hizo negro mi mundo
Veo todo
tatuado, todo lo que soy, todo lo que llegaré a ser, sí…
Sé que
algún día tendrás una hermosa vida,
Sé que
serás una estrella
En el
cielo de alguien más, pero ¿por qué
Por qué, por qué no puede ser, por
qué no puede ser el mío?
(versión
mía)
viernes, diciembre 20
Escrito con pluma Bic de tinta color verde
Si no he dicho no
a esta monserga de pasear por la
páginacomo un becerro ahíto
ante una brizna de hierba
por primera vez
desde que abandonó
la teta hinchada
de su madre
como a un soliloquio.
Mírate sonreír por una broma tan poco
afortunada: pero animales como tú
no sonríen, tan sólo
aparentan. Animales como yo
sonreímos y aparentamos
no sonreír. Pero basta, Vitrubio:
entre tus anotaciones
no tergiverses
el ritmo claro de una felicidad
sencilla.
miércoles, diciembre 18
Cosas peores que la muerte
a
Margaret Randall
Me cuentas de Chile,
de la mujer secuestrada
con su marido y su hijo de cinco
años.
Cómo los guardias torturaron a la
mujer, al hombre, al niño,
uno delante del otro,
“como a ellos les gusta”.
Cosas peores que la muerte.
Puedo verme tomando el cabello rubio
cenizo de mi hijo entre mis dedos,
inclinando su cabeza hacia atrás
antes de que sepa lo que está pasando,
cortándole la garganta, cortando mi
propia garganta
para salvarnos. Cosas peores que la
muerte:
esta nueva idea irrumpe en mi vida.
El guardia se mete en mi vida, los desechos
líquidos de su cuerpo,
“como a ellos les gusta”. Los ojos
del niño de cinco años, Dago,
mirándolos con su madre. Los ojos de
su madre
mirándolos con Dago. Y en mi sala de
estar, como un niño,
la palabra, Dago. Y nada de lo que
experimenté me hirió de muerte,
la vida era bella como nuestra
sangre sobre las baldosas
para salvarnos de eso –los ojos de
mi hijo en mí,
mis ojos en mi hijo– el carnero-jabalí
en nuestros cuerpos
obligándonos a voltear hacia nuestro
viejo enemigo y darle la bienvenida,
amable y eterna muerte
que nos da una salida.
Sharon Olds
(versión mía)
Sexo sin amor
¿Cómo lo hacen, aquellos que hacen
el amor
sin amor? Hermosos como bailarines,
deslizándose uno en otro como
patinadores
sobre hielo, los dedos engarzados
al cuerpo del otro, los rostros
rojos como bistecs, como vino, mojados
como niños recién nacidos que sus
madres biológicas
van a regalar. ¿Cómo es que si ellos
vienen vienen
a Dios, vienen
a las aguas tranquilas, no aman
a quien los trajo consigo, luz
que asciende lenta como vapor a su
propia
piel? Estos son los verdaderos
religiosos,
los puristas, los profesionales,
aquellos que no
aceptarán un falso Mesías, ni amarán
al sacerdote en lugar de a Dios. Ellos
no
confunden al amante con su propio
placer,
son como grandes corredores: saben
que están solos,
expuestos al camino, al frío, al
viento,
al amarre de sus zapatos, a su salud
cardio-
vascular –sólo factores, como el
compañero
en la cama, y no la verdad, porque
el
simple cuerpo se halla solo en el
universo
contra ésta, su propia mejor marca.
Sharon Olds
(versión mía)